- ¿En qué piensas?
-En que te odio- contesté.
-¿Me odias?
-Sí, te odio porque me harás sufrir... Te odio porque te amo demasiado como para permitir que te vallas... y sé que te vas...
El aire soplaba suavemente. Él me miró, yo me perdí en sus ojos negros. Me abrazó, y aspiré su perfume. Pasaron unos segundos y me preguntó:
- ¿En qué piensas?
-En nada - contesté.
Nos despedimos y me fui, nunca volví a saber de él, y nunca volví a odiarle.
1 comentario:
Gran blog! Prometo pasarme siempre que pueda. Si quieres pasarte por el mío ahí va:
http://retratodeunartistaadolescente.blogspot.com.es/
Un abrazo!
Publicar un comentario