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17.1.11
cerró los ojos, inspiró hondo y echó a correr, corría a máxima velocidad, y sonreía, porque no corría en una carrera, nadie le miraba; era como su vida, sin una salida clara, ni una meta escrita, solo un camino delante y miles de posibilidades, podía ir deprisa o despacio, era su problema, podía sonreír o llorar, ¿a quien le importaba?; lo único importante era saborear cada bocanada de aire, cada pensamiento, sentir el viento en la cara, ver el mundo pasar debajo de él...
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